sábado, 13 de septiembre de 2008

La avaricia al extremo

En Sudáfrica del sida es especialmente grave, hay más de 4,7 millones de infectados. Por día 1.700 personas se contagian este virus letal. Hospitales y médicos hay muy pocos, y medicamentos, casi ninguno.
Los remedios son impagables para la gente de bajos recursos. ¿Cómo hace alguien que gana 25 euros mensuales para pagar medicamentos que en Europa cuestan 800 euros por mes?
Estos precios se deben a que los laboratorios tienen un "derecho de patentes", que consiste en que un laboratorio, al lanzar un nuevo producto, tiene 20 años de monopolio en el mercado (por ende, al no tener competencia, el precio del producto lo deciden ellos).
En el año 1997, el presidente de Sudáfrica Nelson Mandela promulgó una ley para que se puedan copiar medicamentos vitales y producirlos a bajo precio o importarlos. Esto ocasionaría un recorte en las ganancias de los laboratorios. ¿Qué hicieron los laboratorios? ¿Comprendieron la necesidad del pueblo Sudafricano y cedieron una parte de sus ganancias? Por su puesto que no, intentaron por todos los medios derogar la ley. ¿A dónde recurrieron? Al gobierno de los Estados Unidos. Estos, representados más que nada por el vicepresidente en ese momento, Al Gore, empezaron a ejercer presión sobre el gobierno sudafricano, amenazándolos con imponer severas sanciones comerciales. El gobierno sudafricano obtuvo el apoyo de numerosas agrupaciones contra el sida. El vicepresidente que estaba en constante aparición pública debido a que estaba preparando su candidatura para presidente, tuvo que vérselas con gente que le atribuía complicidad en la muerte de enfermos de sida en África. Esto agotó las fuerzas del mandatario y suspendió, a finales de 1999 su apoyo a las empresas. ¿Pudo festejar al fin el estado sudafricano? No por mucho tiempo, a comienzos del año 2001, 39 multinacionales -entre ellas, Aventis, Bayer, Bristol-Myers Squibb - y la Asociación Farmacéutica de Sudáfrica, demandaron al gobierno por violar el derecho de patentes. ¿Cuál era el “delito” de los sudafricanos? Haber sancionado una ley que permitía tratar a los enfermos de sida con medicamentos baratos. Igualmente había un trasfondo aún mas importante, que un gobierno tercermundista quería asegurarse el derecho de producir medicamentos en su propio país y del modo más económico posible, para que los pacientes de bajos recursos también puedan adquirirlos. Esto hacia que otros países en vías de desarrollo siguieran muy de cerca esta disputa.
La imagen de estas empresas empeoraba cada día más, así que en abril del año 2001 retiraron la demanda. Éstas pondrían a disposición de Sudáfrica remedios contra el sida, baratos y en cantidad suficiente. Esto fue sin duda una gran victoria para el estado sudafricano.
Pero el resto de los países pobres no se vio contemplado en este acuerdo y los contratos comerciales internacionales no serán modificados a favor de ellos y seguirán dependiendo de la misericordia de los poderosos.


Esto no es más que un ejemplo de lo que pueden llegar a hacer las grandes empresas con tal de no resignar un pequeño pedazo de sus abultadas ganancias. Afortunadamente esta vez salieron derrotadas, pero lamentablemente esto no sucede la mayoría de las veces.

Para escribir este articulo me basé en “El libro negro de las marcas” de Klaus Werner y Hans Weiss. Aprovecho este momento para recomendarles su lectura.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que realidad la que hacemos eh, terrible. Y lo peor de todo es que los únicos con los recursos económicos y políticos para cambiarlo, son los que lo hacen. Lindas canciones las que suenan de fondo en tu blogspot, un saludo (:

Anónimo dijo...

me suena a libro tu lo que expusiste...sin duda poco original