“La torpeza de estas criaturas proviene del esfuerzo que ponen en no apartarse un ápice de los mandatos recibidos, como si la realidad no estuviese en condiciones de reservar cambios ni sorpresas. Aún cuando los gana la extrañeza, estos personajes no se animan a romper con las circunstancias impuestas y parecen representar a un mundo sin voluntad. Hacia algún lugar estarán yendo, pero es evidente que este presente está inmerso en un modelo que no fue pensado por ellos o, lo que es peor, ‘no está siendo pensado’ por ellos.
Es un maleficio que cae sobre los que confabulan, sobre esos seres que van por los caminos ya legitimados. Sus acciones, sus palabras y la música que tocan ya están definidos en las partituras de sus atriles. Representan un universo agotado que no encuentra salida dentro de sus márgenes. En ese universo los hombres heredaron una historia, pero dejaron de hacer historia. Están ahí a costa de mutilar la experiencia, la posibilidad de hacer historia. Sin espíritu crítico están perdidos en un mundo ya hecho y asumido como verdad y que impide buscar otros caminos. Podrán sentir placer, pero en realidad son repetidores de verdades.”
Es un maleficio que cae sobre los que confabulan, sobre esos seres que van por los caminos ya legitimados. Sus acciones, sus palabras y la música que tocan ya están definidos en las partituras de sus atriles. Representan un universo agotado que no encuentra salida dentro de sus márgenes. En ese universo los hombres heredaron una historia, pero dejaron de hacer historia. Están ahí a costa de mutilar la experiencia, la posibilidad de hacer historia. Sin espíritu crítico están perdidos en un mundo ya hecho y asumido como verdad y que impide buscar otros caminos. Podrán sentir placer, pero en realidad son repetidores de verdades.”
Diego Cazabat, Director de La conspiración de los objetos
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