domingo, 3 de agosto de 2008

Antes que vida eterna, prefiero juventud de por vida.

Que cruel es la vida que nos hace envejecer. Esa si que es una verdadera tragedia, y no la muerte en si. Es cruel la forma en que nos mata. La vida del hombre es similar a una piedra lanzada. Se elevará al principio, se mantendrá un tiempo en una altura elevada, pero después le espera un largo camino de descenso. Lo que voy a mostrarles aquí son algunos contrastes entre las etapas del hombre, a veces parece que es imposible que algo se modifique tanto, pero lamentablemente es así, y todos pasamos por esas etapas.

Se pusieron a pensar alguna vez si una persona adulta que no sabe caminar tuviera que aprender como todos nosotros hicimos en nuestra niñez. Intentaría una vez, dos veces, pero viendo que en los dos primeros intentos se cayó, dejaría de intentar y se conformaría con gatear. Mientras que los chicos intentan una, diez, cien, mil veces y siguen intentando hasta que logran caminar.

Otros que no se resignan son los jóvenes, son embajadores de las utopías, es una noble virtud de ellos tener aspiraciones de cambiar el mundo. Saben que miles de personas lo han intentado ya y todas fracasaron. Saben que es casi imposible. Pero nada les impedirá intentarlo. Algo que motiva a la juventud es la imposibilidad de hacer algo. Cuando un joven esta haciendo algo, supongamos que quiere hacer un castillo con naipes de un metro de altura y se acerca un adulto y le dice: “no te esfuerces pibe, miles de personas lo han intentado y nadie ha podido” el joven ignorará los consejos del adulto, seguirá en su lucha, podrá el doble de esfuerzo en su tarea. Esa sed de victoria es propiedad exclusiva de ellos. Quizás sea inmadurez, o falta de experiencia, pero a veces es mejor no tenerla. En la misma situación una persona ya madura hubiera dicho: “es verdad, quien me creo que soy yo para poder hacer algo que nadie pudo hacer hasta ahora, es inútil que siga intentando” y abandonaría el castillo de naipes. Esa resignación, es propia de una persona ya enmohecida.

Lo que se pierde con los años es, esas ganas bestiales de vivir, esa sensación de querer hacer todo, de creer que se puede hacer todo. Serrat cantó alguna vez:
“Ahora que tengo veinte años,
ahora que aún tengo fuerzas,
que no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.”

Basta con ver los dos extremos, el niño, cuando apenas aprende a caminar, quiere correr, si tiene que ir de una punta a la otra de la cocina lo hará corriendo, si tiene que ir a ver quien toca el timbre lo hará corriendo. Una persona mayor, no digo un anciano que tiene movilidad reducida, una persona integra, pero ya en una edad avanzada, supongamos que esta sentado en el sofá mirando televisión, y tocan el timbre, primero se lamentará ¿Justo ahora? ¿Quién será? Se tomará su tiempo en levantarse, y entre queja y queja se acercará a la puerta. En ese tiempo un nene ya fue y volvió cuatro veces. Obviamente esto es gradual, y uno apenas si se da cuenta de eso, pero le afecta a todas las personas. Más tarde o más temprano, ese desgano se apodera de todos nosotros.

Quisiera citar un ejemplo, supongamos un chico esta en su casa de veraneo, se fue con su familia a pasar un fin de semana largo. Una tarde se quedan solos, el nene más chico y el padre, el resto de la familia salio de compras. Era una tarde fresca, y sin embargo, el chico cuando termino de comer se puso la maya, y se fue corriendo a tirarse en la pileta, hacia frío, pero no le importaba, el solo quería jugar y divertirse, si le daba frío, jugaba más y rápidamente volvía a entrar en calor. El padre, mirándolo desde la ventana, pensaba para sus adentros, ¡Que locura! ¿No piensa el frío que va a tener cuando salga? ¡No se puede quedar quieto que se congela pobre criatura! El padre hubiera sido incapaz de meterse en la pileta, no habría dejado de pensar en que cuando salga le iba a dar frío, y eso le impedía meterse. El chico seguramente sabía que cuando salga iba a tener frío, pero no le importaba, ¿iba a dejar de pasar un buen momento para evitar pasar un momento malo después? No le entraba en la cabeza eso. A veces la vida es como un juego de ajedrez, conviene hacer un “pieza por pieza” comer un peón con un peón, sabiendo que este en la próxima jugada va a ser comido.
Supongamos que el primer síntoma de la vejez sea el no meterse a la pileta porque cuando salga va a tener frío. El segundo síntoma, es dejar de hacer cosas en vida, porque lo que se avecina es la muerte.

Más de una vez escuche la frase “ya estoy grande para cambiar”. De una persona que dice eso ya nada se puede esperar. Es una persona que ya esta muerta. No le corre sangre por sus venas, no es capaz de alegrarse, ni de amargarse. No se conmueve con nada. Es una persona que dejó de caminar, y solo se va tropezando hasta que cae completamente. Quien camina ve el horizonte en busca del mejor camino, mientras que quien esta tropezando solo mira para abajo, en busca de un suelo sin espinas donde caer.

Alejandro Dolina concluyo su cuento “Instrucciones para buscar aventuras” de esta forma:

“Salgamos de una vez. Salgamos a buscar camorra, a defender causas nobles, a recobrar tiempos olvidados, a despilfarrar lo que hemos ahorrado, a luchar por amores imposibles. A que nos peguen a que nos derroten, a que nos traicionen.
Cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.”

sábado, 2 de agosto de 2008

Antes no decias lo mismo...

“Cambia, todo cambia” alguna vez cantó Mercedes Sosa. Sin embargo, esta muy mal visto en la sociedad cambiar de opinión sobre determinado tema. Pareciera que uno cuando adopta una postura sobre algo, debe aferrarse a ella y no abandonarla nunca. Esto me parece una verdadera estupidez. Cambiar es lo que nos mantiene vivos, y esta perfecto cambiar, todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido opiniones encontradas sobre algún tema. Supongamos que yo digo que en Rusia se habla como lengua oficial el idioma ingles. Un día viene un señor y me da pruebas de lo contrario. ¿Qué corresponde que haga yo? ¿Que “no traicione mi idea original” y que siga manteniendo que en Rusia se habla ingles?, ¿o admitir mi error, cambiar y decir que en Rusia se habla ruso? Yo cambio…

En el conocido programa “Televisión Registrada” muchas veces la gente da su opinión sobre determinado tema, y los productores del programa encuentran en el archivo de hace 5 años que la persona tenia ideas distintas. Esta bien que pueda parecer gracioso algunas veces, pero… ¿acaso no es algo perfectamente normal cambiar de opinión?
Por poner algún ejemplo propio, hace aproximadamente 5 o 6 años atrás, yo mismo decía que no me gustaba la música, y no solo lo decía, verdaderamente no me gustaba. Y soy yo quien ahora en cada momento libre que tengo escucho música.
Así que, veamos las cosas mas objetivamente, y aceptemos que todos cambiamos de opinión, y esta bien que así sea.

viernes, 1 de agosto de 2008

"La vida es como te la tomas"

Maravillosa esa frase. Es el eslogan de Coca-Cola Light, pero sacándola de contexto, es realmente excelente. Otra frase que me gustaría citar es “a caballo regalado no se le miran los dientes” ¿no será esa la forma de ver la vida? Veámosla como regalada, y no le miremos los dientes. Siempre nos estamos fijando en lo que podría ser mejor, en lo que nos falta, mirando, por decirlo de alguna forma el vaso medio vacío. Al fin y al cabo, no conozco a nadie que este pagando la vida en cuotas.

Siempre decimos, necesito tal cosa para ser feliz. Veamos, un chico piensa que lo único que le falta para poder estar bien es empezar la facultad y terminar con la agobiante secundaria. En la facultad no piensa más que en recibirse, ese seria el broche de oro. Pero ahora que tiene el titulo debajo del brazo no le sirve de nada si no tiene un buen trabajo y se desvive por conseguirlo. Pero con el tan ansiado trabajo se da cuenta de que ya esta grande y quiere tener una esposa, alguien con quien compartir la vida. Se priva de todo para comprarse la casa. Y luego quiere los hijos. Después que los hijos crezcan para poder viajar, salir, y no estar pendiente de ellos. Cuando los hijos crecen y se van de la casa los extrañan. Se desvive por comprase una casa de veraneo. Sufre para poder cambiar el auto. Y así siempre, después quieren una casa mas grande, un auto mas cómodo, o un puesto de mayor jerarquía en el trabajo.

Ignoran estas personas, que en esa búsqueda de lo que faltaba, de esa eterna búsqueda nada pudieron disfrutar. Siempre estuvieron sufriendo por llegar a eso que les faltaba. Siempre proponiéndose nuevas metas, cada vez mas ambiciosas olvidan el camino, y quedan cegados con la llegada, cometiendo el error de desconocer que la meta final, es la muerte. De nada importa la meta si el camino para llegar a ella no es grato. Propongámosnos metas, pero no nos olvidemos del camino para lograrlas. El futuro nunca llega, no trates de hacer cosas para estar bien en el futuro, hace todo lo posible para estar bien en el presente.