domingo, 7 de agosto de 2016

Rayuela, escribe tu propio capítulo. Cap 1: Carta de Oliveira a Rocamadour

Rocamadour, bebé, te escribo esta carta porque siempre recuerdo la que te escribió tu madre y como a La Maga le quedó tan linda me dieron ganas de intentarlo, tú sabes que me gusta intentarlo todo y más cuando se trata de cartas, de vos y de tu mamá.
Estoy tomando café, ¿Sabés hace cuánto no tomaba café? Un tiempo que para vos sería una gran parte de tu vida, para mí no tanto pero igual siento que fue mucho, a pesar que siempre haya estado bien cubierto por esos verdes que le fueron ganando terreno. A vos no te gusta el café todavía, ni el mate, pero ya te van a gustar y me vas a entender cuando te gusten tanto que no lo vas a poder creer. Rocamadour, todavía no te gusta nada, o casi nada, pero con el tiempo veo en tus ojos que vas a estar fascinado por el mundo, las calles, las bibliotecas, los libros, el polvo de oro viejo en las hojas. Ahora el tiempo te alcanza, a tu mamá no le gusta hablar del tiempo porque dice que es malo, feo, sucio y todas esas cosas que dice cuando se enoja, por eso llamémosle vida si querés total es lo mismo. A vos te alcanza y sobra porque no sabés que existe Rocamadour, pero a tu mamá y a mí nos falta, nos falta tanto porque también tomamos café y mate y andamos por las calles, los árboles y polvo de oro viejo en las hojas. No a todos les pasa Rocamodour, algún día te contaré la historia de Ossip cuando no vio nada de lo que tenía en frente. Con La Maga nos pasa tanto que casi no hablamos de otra cosa: el tiempo, la melancolía de una vida demasiado corta para tantas bibliotecas, el querer vivir todas las vidas y poder vivir unas pocas. Todo tiene gusto a poco, Rocamadour, quizás por eso es tan rico el café ahora que lo pienso.
Te imagino en este momento en tu cuna tan chiquitito, sonriendo, gritando, te imagino tanto que sonrío, siento esas cosquillas y este momento es tan lindo que no me importa cuánto dura, que no me importa la vida que no alcanza para las bibliotecas. De esto hablamos con tu mamá: de esos momentos, de vos tan chiquito, sonriendo, moviéndote, y así nos olvidamos un poco del tiempo. 

domingo, 24 de julio de 2016

Pesca

“¡Es la pesca muchacho!”.- Le respondió al nene que con tímida voz le preguntó si no se aburría de pescar. Notó la perplejidad en la cara del muchacho, lo miró fijo con los ojos curtidos por el sol y celestes de tanto mirar el mar, y le siguió hablando con una voz que al niño le sonaba a leyenda: La pesca es la mañana entera, el frío, el olor a pasto que está secando el rocío, el sonido calmo del rio y la algarabía  de los pájaros, el mate que nos calienta las manos y el alma, el viento que te acaricia la cara y te da frio pero no importa porque entonces aparece el mate que te salva y sentís tanto amor por el mate, por el viento, y a la pesca… cómo no la vas a querer, si es todo eso.


Te digo más, pibe: La pesca sos vos. Sos vos siendo viento y siendo sol. Ahí es cuando conocerás tus fríos y tus calores, tus luces y tus sombras. Por eso no es aburrido pescar, porque es un viaje al interior de tus sentimientos, de tus emociones, y entre tanta cosa onírica y tanta plenitud, de repente se te mueve la caña, y vos estás con los recuerdos de tu infancia en una mano y en la otra los sueños de tu vida y no sabés qué tenés que hacer con la caña que se mueve. Imaginate ese segundo. Ese segundo vale una vida, nene, y mucha gente no se detiene a pescarlo.  

sábado, 28 de junio de 2014

Verde

Verde, verdecito, verdoso, pero nunca verdugo. Debes ser  lo primero que ví, aún antes, mucho antes de entenderte. No me acuerdo cuando fue nuestro primer encuentro. Alguna antigua foto evidencia algún contacto... nada formal, posamos para la cámara, flash y hasta luego, si te he visto no me acuerdo. Después el tiempo pasó, Ay! Cómo pasa el tiempo…

¿Pero quién puede oponerse a lo que es? ¿Por cuánto tiempo? Exactamente el tiempo que tarde en encontrarse. Nos encontramos subiendo la cuesta como afina Serrat. Sentados en ronda como indica la tradición te conocí. No como aquella primera vez, no como aquella incrédula foto, si no que nos encontramos desnudos de corazas, sabiendo que era nuestro momento. Vos no eras ni una sombra de lo que ahora sos -¿Y yo cuánto tendré de aquello?  me pregunto en este momento- pero que lindo era olerte, sentirte, descubrirte. Como olvidar ese momento si sabía que éramos indivisibles por más divididos que hayamos estado. Con la pereza del inmortal –aquella que describió justamente el inmortal de Jorge Luis- nos codeamos las almas, se olieron, se sintieron, se descubrieron como nosotros y se hallaron nunca tarde.
No iba a dejar que me atrapes, nunca supe mostrar mi debilidad, mis necesidades, no iba a dejar bajo ningún punto de vista que… y me encontré ya atrapado, débil y necesitado de vos tanto que me asusta.

Mate (Según la RAE):
(Del quechua mati, calabacita).
m. Infusión de yerba mate que por lo común se toma sola y ocasionalmente acompañada con yerbas medicinales o aromáticas. 

Cuanta definición que no te conoce, que no te sabe ni te seba pero te describe. Imagino la situación de los gallegos con saco y corbata, en su oficina en el piso 11º de la céntrica avenida de Madrid poniéndote letras que de describan. Infusión… cuanta solemnidad, cuanta formalidad, cuantos zapatos ajustados a vos que sos pibe descalzo, con las rodillas sucias del último tropezón sobre la tierra, con los pantalones cortos y las remeras largas – que fueron tuyas cuando fueron cortas  para tu hermano-. A vos que estás en esos lugares que sus palabras son incapaces de definir, en el calor de esas mañanas de frio, antes del almuerzo, después, con la alegría de los inocentes y la esperanza de los pobres. De los pobres que te matean tal como debe ser, con la frente alta y el alma plantada sobre la moral.


Mate, querido mate, compañero mate, que te inflas con el agua humeante y sos un atentado a tanto escepticismo en el mundo…   

miércoles, 8 de febrero de 2012

Lluvia que llueve...


Pará, dame un segundo. Sí, en el medio de la calle, no importa. Detenete por un instante y escuchame: mirá el paisaje… la calle como se pierde en el infinito con su permeable techo de árboles. Las luces de las casas a oscuras, tan distantes y precisamente juntas que marcan el rumbo a los borrachos que chocan contra ellas y los árboles para seguir su errante camino de vagabundo esperanzado. Los autos, mirá como parecen detenerse improvisadamente por un momento, miralos bien y dejame que te abrace por la espalda… sólo escuchame. Es imposible no sentirse poeta mientras te aprieto el abdomen y acaricio tu pelo que conduce a tus deseadas caderas… mis manos no necesitan más para soñar y para darle rienda suelta a mi más humilde e improvisada poesía que se siente infante y plenamente pura al sentir como te vas dejando llevar y empezás a acariciar suavemente mis manos apenas rozándome con la yema de tus dedos. La lluvia… mirá como se ve en los faroles, parece tan tormentosa y sin embargo se detiene un instante antes tuyo para simplemente acariciar tu cabello y deslizarse por tu piel liberándote de todos los prejuicios, de todos los cálculos matemáticos, de los problemas a los que nos enfrentamos sólo por estar en este mundo tan corrompido por los números y por gente que prefiere mirar el reloj antes que el cielo y que si mira las estrellas no es más que para contarlas. Mirate como estás dibujada tan a tono con el paisaje; con las hojas de los árboles recién regadas, con esas notas musicales que crean las melodías que nunca me salieron en la guitarra al suicidarse contra los techos. No sé si sos vos o es la lluvia la que te dibuja entre mis brazos pero yo te siento. Siento tu espalda contra mi pecho, tus manos sobre las mías suplicándome que no te suelte, tus cachetes que rozan mi siempre desprolija barba, tu respiración que agitándose le ruega a mi boca que no se calle. Tus ojos se cierran y solamente sentís la lluvia que cae sobre tu rostro deslizándote el poco maquillaje que llevabas puesto y mis palabras que te convencen que la lluvia, que siempre conocimos separados, por primera vez nos está mojando a los dos y la gota que cae magistralmente y nos toca a ambos para después perderse en su interminable recorrida de alcantarilla y mares nos va a llevar por siempre en su infinita pequeñez juntos.

martes, 17 de mayo de 2011

La primera de mis muertes

El despertador de los martes tenía un sonido más alegre. Sonaba a las 9, tarde para gente de nuestra edad, pero nunca fuimos demasiado amigos de eso de madrugar, y ya viejos no teníamos obligaciones a la mañana. En la cocina preparaba ese momento, tan café con leche (dos de azúcar) y tres galletitas untadas con dulce de durazno, para llevárselo a la cama a ella que siempre me esperaba despierta pero con los ojos cerrados sólo para que yo al llegar y acariciarla pueda disfrutar de los primeros rayos de luz de sus ojos y de su primera sonrisa que luego se sucederán y siempre tan bellas y tan espontáneas y tan beso de mamá en la frente.

Los días martes… tan iguales a los miércoles y a los jueves pero distintos por las siete de la tarde. Esa hora tan bella a la que entro a la facultad con el maletín en la mano y la camisa bien planchada para encontrarme con mi curso de alumnos; con esas mentes jóvenes y jubilosas que tanto me enseñan, que tanto admiro y extraño, que siempre me mantienen actualizado, me llenan de vida; con mi causa por la educación pública que me formó a mí y a mi familia, y que tanto estoy dispuesto a defender y que tanto me enorgullece hablar de ella; con esos pasillos llenos de afiches, llenos de ideas, donde está el futuro de nuestro pueblo... ¡díganme dónde está el futuro de un pueblo si no es en los pasillos de sus universidades!. También me encuentro conmigo caminando por los pasillos con el mate en la mano y riéndome con mis compañeros; con esa etapa de mi vida tan bella, que tanto me formó; con esos momentos llenos de alegría y con esos dos odiosos que tanto templan el alma, que lo ponen a uno triste y a no desanimarse porque la lucha no se pierde hasta que no se abandona.

Fue un lunes, uno de esos lunes tan celos y tan carcomidos por la envidia de no poder ser martes, de no ser vida que se desborda, de no ser alegría que cansa los cachetes. Tan maligno fue aquel lunes que hizo llegar a mí los resultados de la encuesta docente. Aquella que años atrás siempre me demostraba como los alumnos disfrutaban de mi clase y me comprendían, esta vez tuvo palabras de reprobación y sentí esa sensación de dos en la libreta.

No estaba ya en condiciones de reprobar, y lo que fue más cruel aún: tampoco estaba en condiciones de mejorar. Mis ojos se llenaron de lágrimas, sin decir una palabra tomé una hoja en blanco y le escribí mi carta de renuncia al rector. La firma en la parte inferior de la hoja me desgarró: estallé en llanto. Mi mujer me abrazó, leyó la carta y comprendió todo: era la primera de mis muertes.

domingo, 19 de diciembre de 2010

El libro de Nicovi

(clic en la imagen para ampliarla y poder leer la contratapa)

En el libro están recopilados algunas de las entradas del blog y otros escritos nuevos. Cuenta también en su parte final 3 cuentos y 2 poesías escritas por gente amiga. Gente que también tiene un blog en dónde publicar su locura y que disfruta tanto como yo de la escritura.

La forma en que logré publicar el libro es totalmente independiente, los mandé a imprimir, y ahora yo los vendo por mi cuenta. Si alguien desea no tiene más que ponerse en contacto conmigo (nic_ovi@hotmail.com) y arreglamos. También va a estar a la venta en un comercio situado en Av. San Martín 2386.

El precio es de $20.-

Quiero agradecer a todos los que alguna vez comentaron mi blog, a quienes me dieron palabras de aliento, quienes me hicieron saber que había gente que me leía. Sin este blog y sin ustedes ningún libro hubiera sido posible.

A continuación dejo el prólogo para que lo lean.


PRÓLOGO


¡Felicitaciones! Usted tiene en sus manos un no-libro. Cambie esa cara de sorpresa y disgusto, le explicaré a qué me refiero. Imagínese la siguiente situación: un día caminando por la calle se cruza con un ser celestial y él le hace esta adivinanza: “Tengo tapas pero no soy alfajor, tengo índice pero no soy inflación, tengo autor pero no soy canción, ¿Quién soy?” a lo que usted responde: un libro. El ser le niega con la cabeza y desaparece. Usted no podrá resolver el acertijo a menos que lea estas páginas. Le diré por qué su respuesta es falsa. Para demostrar la falsedad de las premisas es suficiente con dar un contraejemplo, y estas páginas son el contraejemplo.


Le respondí porque la adivinanza era falsa pero quizás el por qué esto no es un libro sigue siendo un misterio para usted. No es un libro porque no podría serlo, no tiene estructura de libro, no sigue una misma línea; se podría decir que es un cambalache de textos, un salpicón de ideas. Tiene forma de libro, pero no lo es. Las cosas no son lo que nos dicen nuestros ojos, los ojos son miopes frente a la capacidad del pensamiento. Debemos conocer esta limitación de nuestra mirada y transportar el pensamiento a lugares invisibles, a las autopistas aéreas que recorren las palomas, y a todos esos lugares que creemos que no existen sólo porque no los podemos ver. Entienda esto, sino nada de lo que usted lea acá tendrá sentido.


Alguien podría decir que tiene algunas facetas de libro de autoayuda, y está en lo cierto, pero de autoayuda para quién lo escribe. Cuando di vida a estos textos fue porque no tenía otra opción. En esos momentos en que la angustia en mi cuerpo excedía el límite de lo posible de soportar, tuve la necesidad de plasmarla en un cuaderno, en una servilleta o en cualquier papel que se me cruzó. Así di con mi pluma un grito aturdidor, y dejé salir todas esas emociones que sentía. Atahualpa Yupanqui hablaba de “cantar las penas para que se las lleven los vientos”. Yo las escribo. También me invadieron los pensamientos optimistas, la felicidad, el amor y el encantamiento. Ahí fue cuando con un pulso más distendido las palabras fueron sintiéndose libres y empezaron a brotar de mi cuerpo, a escaparse por mis dedos, y a deslizarse por las hojas de mi cuaderno como pájaros volando.


Soy un estudiante de ingeniería incapaz de escribir una oración sin explicar teoremas matemáticos. Mis días están plagados de matemática, física, química; materias totalmente rígidas. En ese frígido laberinto me siento sofocado y necesito aire, libertad, espacio para una metáfora, para un doble sentido, para unos puntos suspensivos. En esos momentos bajo la guardia y dejo que ese espíritu, que algunos llaman Nicovi, se apodere de mi cuerpo y me haga fumar habanos, usar boina e ir caminando a altas horas de la noche con las manos en los bolsillos silbando melodías. Es ahí cuando se rompen las estructuras, y se abre la tranquera de la imaginación, el sentimiento, la pasión y el deseo. Quizás ese ya no soy yo, pero es grato ver como entre los blancos y negros se asoma un universo de colores. Esos momentos son los que más disfruto, cuando las estructuras se derrumban a mis pies me río a carcajadas, juego mejor al fútbol, mis amigos se divierten más conmigo y yo me divierto más con ellos; las mujeres me sonríen, me enamoro y me desengaño; sufro y también me muero de alegría.


Hay quien asegura que un artista debe dedicar su vida entera al arte. Es por eso que yo no soy artista, ni siquiera cuando ese extraño ser se apodera de mí. Pero gracias a él tengo un amante, que por las noches entra sigilosamente en mi cama y al que siempre recibo con felicidad para dar rienda suelta a nuestro amor. Quién haya tenido uno, o se los pueda imaginar, sabe que la relación que se tiene con los amantes es muy distinta a todas las otras. A los amantes quizás les dedicamos menos tiempo, pero nunca menos pasión que a las otras relaciones. Cuando nos encontramos explota el deseo. Nos dejamos llevar, enredamos nuestros cuerpos y nuestras almas; queremos ser uno, contaminarnos mutuamente. Los amantes tienen la cualidad de ser desconocidos para los demás, pero son inevitables de ocultar en su totalidad. Se apoderan de tal forma de nuestras vidas que sin querer los estamos nombrando constantemente y las marcas de nuestro amor son indisimulables al día siguiente. Con esto me confieso: tengo una amante, que es la escritura.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta

Hijos:

En primer lugar quisiera decirles, o recordarles, lo mucho que los quiero. Ustedes saben que su padre no es quizás el mejor transmisor de sentimientos, que es torpe y muy frontal. Pero también saben que muchas veces una birome le facilita un poco las cosas, y por eso escribe tanto, porque escribe todo lo que le gustaría decir y que su lengua le impide porque se trabaría en todas las erres dejando al mensaje incompleto y desprolijo.

Quiero pedirles perdón por los muchos defectos que he tenido y que tengo. Pero sobre todo le quiero pedir perdón por las últimas peleas que hemos tenido, que tanto nos enfurecen a todos y marchitan nuestra relación. Sabemos lo nocivas que son las peleas, si hasta los enamorados terminan las relaciones cuando estas comienzan a sucederse demasiado. Pero nosotros no podemos alejarnos, ¿cómo lo haríamos si hemos vivido toda la vida juntos? ¿Cómo seríamos autosuficientes si siempre fuimos tan unidos y siempre nos necesitamos tanto mutuamente?

Pero existe algo que nos separa, que crea diferencias que no existen o que no deberían existir entre nosotros, que es mi edad. Les pido perdón hijos, pero estoy envejeciendo. Yo lo veo, lo siento en mí. Ya no soy el de unos años atrás, mi cuerpo cambió, y lo que más me duele es que mi mente también está cambiando. Quiero oponerme pero ya no sé cómo, y ni siquiera sé si puedo. ¿Qué puede hacer un hombre frente a un huracán que se le avecina? ¿Saltar la primera ola? Claro que sí -¿Quién no se arrancó la primera cana?- pero las siguientes nos embisten con tal rudeza que no hay salto que nos salve.

Ya no soy la persona que quise ser, cada vez me alejo más de eso y también me alejo más de ustedes, espíritus jóvenes, famélicos y vigorosos. Pero déjenme decirles que sus luchas de hoy fueron mis luchas de ayer, y es por eso quizás que en sus sueños veo mis frustraciones. La vejez me está volviendo cada vez más precavido y conservador.

Ay, hijos, se me ilumina la mirada imaginándonos por un momento a ustedes y a mí en plena juventud, disfrutando de sus placeres. Cómo me gustaría compartir con ustedes las aventuras y riesgos que desafían y no ser este viejo que se escandaliza cuando me cuentan de sus planes, y que no para de temer por su seguridad y su porvenir. Disfruten de su juventud tanto como puedan, hijos, porque ningún buen porvenir justifica una juventud de viejos.

Quizás ahora no entiendan nada, pero algún día lo entenderán. La vejez nos da experiencia, eso nadie lo puede dudar. Y le digo que algún día van a entender porque yo ya pasé por esto, por esto mismo, pero estando de su lado. Si pudiera desearles algo, les desearía juventud eterna. Pero como sé que ciertas cosas no se realizan por más deseadas que sean sé que de acá a unos años, cuando sus hijos le cuenten alguna de sus descabelladas ideas, se acordarán de esta carta y ese día quizás me entenderán un poquito más.

viernes, 1 de octubre de 2010

Viva Correa, Viva la democracia.

A escasas horas de su liberación, aún no puedo salir del asombro y de la angustia que me invadió cuando me enteré del golpe contra la democracia que se había desarrollado en Ecuador. Ante estos hechos no puedo más que gritar fervorosamente ¡VAMOS CORREA CARAJO! y pedirle humildemente a los Correa, a los Evo, a los Lula, a los Kirchner, y a los demás presidentes que con espíritu revolucionario y transformador buscan mejorar las condiciones de su pueblo, que jamás abandonen su lucha, que es también la nuestra.

"Cuando me extorsionaban les contesté que no perdieran el tiempo, que saldría del Hospital como presidente de una República digna o como cadáver."

Esas son formas de hablar, Sr. Presidente.

jueves, 29 de julio de 2010

Peloteando...

El parque Rivadavia en un día soleado de las vacaciones de invierno presenta una cara poblada y alegre. La gente que está trabajando, con su paso acelerado apuran el ritmo en sus caminos. Los jubilados, habitué por esos lados, controlan con su tierna mirada todo el parque. Pareciera que estuviésemos en otro mundo, lejos de los colectivos que ruidosos pasan por la Av. Rivadavia.

Entre los ancianos y los trabajadores nos encontramos con todo tipo de personas en diferentes situaciones. Las parejas, siempre presentes en esos lados que desabrigados combaten la brisa entre besos y abrazos, los amigos que entre risas y cargadas hacen girar un mate.


Pero ninguna imagen me quedó tan grabada como aquellas de los cientos de chicos que había peloteando, de a dos, de a tres, haciéndose pases y corriendo el fútbol por el parque. No pude contener el escalofrío que recorrió mi cuerpo cuando los ví. Yo que desde que llegué a la gran ciudad fui un abonado a ese tipo de prácticas. Días enteros jugando y peloteando, con mi padre primero y con mis amigos después, y hoy paso entre ellos ignorado. Ya no me sentí uno de ellos, me sentí extraño, ajeno. Fue mientras atravesaba el parque que escuché a una madre gritar: “Vení Gonza, acá hay dos chicos para jugar”, no pude más que responder con voz nostálgica y a propósito inoible: “acá hay otro”.


P.D.: Quedo a la espera de una invitación para ir a la plaza a jugar a la pelota.

miércoles, 7 de julio de 2010

Mi gran amigo mío.

Mucho se habla sobre los amigos, sobre quiénes son los verdaderos amigos, quiénes son los amigos de ocasión, quiénes los amigos que están sólo en las buenas, y quiénes los amigos que están en las malas. Está públicamente aceptado que los verdaderos amigos, o aquellos que más merecido tienen esa designación son aquellos que están en las buenas, y sobre todo en las malas. Bienvenida sea la ocasión para recordar alguna de las tantas frases sobre el tema: “Un amigo verdadero es alguien que cree en ti aunque tú hayas dejado de creer en ti mismo”.


Bien eso está claro, ahora a lo que quiero llegar es que nosotros tenemos que ser amigos nuestros, y debemos querernos a nosotros mismos. Y el tema es ¿qué amigo nuestro somos con nosotros mismos? ¿Somos el vil amigo que está para las alegrías, los cumpleaños y los asados? ¿O somos el amigo que nos acepta como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos?


Creo yo que debemos ser ese buen amigo y estar en todas. Debemos querernos en las victorias y en las derrotas. Obvio que es más fácil querernos cuando nos apoderamos de los triunfos, por decirlo de alguna forma, cualquiera se quiere cuando sale del Aula Magna de la facultad de medicina con el título de cirujano bajo el brazo, o cuando acaba de meter el gol que definió el partido en una victoria. Pero el tema está en querernos cuando un dos en tinta roja y desprolijo ensucia la parte superior de nuestro final, o cuando aquella pelota se estampó en el travesaño.

sábado, 6 de febrero de 2010

Algo sabía quién inventó el ajedrez.


El ajedrez es sin duda uno de los mejores juegos que jugué en mi vida. La mezcla perfecta entre estrategia e intuición lo hicieron mi juego favorito.

Sin embargo, había en ese juego que tanto me gustaba algo que no terminaba de entender. ¿Cómo podía ser que el Rey, que es la pieza clave del juego, sólo se pueda mover de a un casillero, y la dama pueda moverse desde su posición tanto vertical, horizontal y diagonalmente todos las casilleros que desee?

Entre alfiles y caballos pasó mi niñez y entre esos mismos compañeros transito mi adolescencia. No obstante, esa duda seguí en mí, y a medida que se acrecentaba mi número de partidas le encontraba menos explicaciones. Fue la vida quién se ocupo de que yo le encontrara una explicación, y lo hizo ni más ni menos que haciendo entrar a mi vida a una dama, a una verdadera dama.

Ahora cuando la vida me pone en jaque, y mis limitados movimientos no me permiten escaparme de semejante situación, es ella quién demuestra todo su poderío, y se desliza por los senderos de la vida con la misma facilidad que por un tablero de ajedrez, y me protege del tan temido jaque mate.

jueves, 14 de enero de 2010

Refutación del Paraíso Celestial

¿De dónde habrá salido eso irse al cielo? ¿En qué consiste claramente? ¿Con qué fin alguien le hizo creer al pueblo semejante barbaridad? Esas y otras preguntas me ocuparon mi cabeza últimamente. Y alguna respuesta tenían que tener, o al menos para mí.

El cielo fue el mejor invento de la antigüedad, o al menos el mejor invento para unos pocos. Con el cielo consiguieron tener al pueblo dominado, oprimido, explotado. La promesa del cielo hacía al pueblo capaz de soportar cualquier ignominia. Lo que consiguieron los poderosos de aquella época (la iglesia, sin lugar a dudas jugando un papel muy importante) era tener un pueblo dominado, dormido, que sólo esperaba el paraíso celestial que le habían prometido. Su lucha se concentraba solamente en aguantar el tiempo necesario para conseguir su lugar en el Edén. En la tierra nada importaba; la injusticia y los demás males serían recompensados en el cielo.

De eso se dio cuenta Karl Marx, que sí sabía cómo eran las cosas, sabía que en la tierra tenía que haber una sociedad justa, porque no había ningún cielo, ni ninguna recompensa en el más allá. Fue por esa época cuando escribió su célebre frase “La religión es el opio de los pueblos”. Lo que se necesitaba en aquellas épocas era un pueblo despierto, que sabía que lo querían engañar sólo para poder explotarlo sin temor a ninguna subversión. Ese era el pueblo que necesitaba Marx para poder llevar adelante una Revolución. Un pueblo capaz de luchar por lo que le correspondía: la igualdad.

martes, 5 de enero de 2010

Un toque de humor...

viernes, 18 de diciembre de 2009

¿Cómo humedecer el atún?

Para humedecer el atún sólo hace falta situarse frente a él, mirarlo fijamente y abrir la mente; pensar que usted en este momento quiere mojar el atún que otros no pueden comer. No sólo eso, más gente de la que usted piensa no sabe si hoy va a poder comer, esas personas no saben qué gusto tiene el atún, ni si es demasiado seco; pero si alguien les pregunta seguro dicen que sí les gusta, les gusta porque ya no tienen casi sentido del gusto, hambre es lo único que sienten. Ya puede ver como las lágrimas que caen de sus ojos cristalinos penetran el atún; quizás ahora esté más rico, pero usted también está más triste. Triste... y eso que su atún cada vez está más rico, y en ese proceso de mojar el atún sin que usted lo note siquiera ya murieron 13 niños de hambre en el mundo. Usted está triste y tiene razón. ¿Quién es capaz de no estar triste? Acaso alguien es capaz de no llorar, si hasta incluso es recomendable, uno se entristece, llora, pero también se le moja el atún; al fin y al cabo, más vale ser un sabio triste que un estúpido feliz.

viernes, 27 de noviembre de 2009

4126

Recorriendo mi blog, me situé en el contador de visitas y vi que había engordado bastante. 4126 personas pasaron por este blog, para mis espectativas primeras un número exagerado. Obviamente se que el 95% de la gente que entra mira las imágenes y se va a otra página, pero siempre será así.
Recuerdo el momento en que lo creé, y me acuerdo que me dije: "si una sola persona lee una línea aunque sea, y le presta un poquito de atención, todo este esfuerzo tuvo sentido"
Por suerte tengo la certeza de que más de una persona leyó una nota completa de este blog, cosa que me pone muy contento.

martes, 10 de noviembre de 2009

Exilios

Es inevitable cada tanto extrañar la tierra de uno. Y por más bien que podamos estar en un lugar, lo otro siempre tira.

Exilios
Larbanois Carrero

Vino del norte en el principio de un otoño
Ebuscando un sitio en la universidad.
Era un adolescente,
de un niño un poco más.

Se fue a vivir a un pensionado de estudiantes,
pasando a integrarla gran legión de canarios en la capital.
Todo le daba miedo, pesaba la ciudad.
Más de una vez se preparó para el regreso,
pues ya no daba más de soledad:
necesitaba el fuego, el beso de su hogar.
Se fue volviendo ducho en los yeitos de allá.
Envejecieron sus zapatos transitando
calles gastadas de esperanzas en su andar
y se metió en su cuerpo el olor a sal.

Fin de semana esperanzado en la encomienda
que alivie un poco la distancia y la ansiedad,
en la oportuna carta que le llega
a darle fuerzas para continuar.
Se despidió de sus cuadernos de estudiante,
sin encontrar qué hacer en la ciudad.
La desazón y el desencanto
lo empujaban a un exilio más.

Pero él resiste todavía transitando
sueños gastados de tropiezos en su andar,
porque a pesar de todos los pesares
quiere seguir creciendo en su lugar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

¿Será así?


"Un libro está arriba de una mesa, usted piensa que la mesa sostiene al libro para que no se caiga, pero en realidad, es la mesa que se cuelga del libro para no caerse."

martes, 29 de septiembre de 2009

¿En qué puedo ayudarlo?

- Movistar buenas noches, mi nombre es Gabriela. ¿En qué puedo ayudarlo?
- Buenas noches Gabriela. Mire, debo confesarle que tengo dos problemas. Uno fácil y otro difícil.
- Bien, dígame. ¿Qué problemas?
- ¿El fácil o el difícil?
- Cualquiera de los dos. Trataré de solucionarlos ambos.
- Bien, yo también espero lo mismo. Empecemos por el fácil, a lo mejor nos lleve de alguna forma al difícil: mi celular no recibe mensajes de texto.
- Déme un minuto que chequeo sus datos. ¿El celular que tiene problemas es el mismo del que me está llamando?
- Así es.
- ¿Roberto Acevedo es su nombre señor?
- Sí.
- Bien. Espere que me dijo que problema tiene su celular.
- Muy bien, disculpe el atrevimiento Gabriela, no me quiero intrometer demasiado en su vida, si apenas escuché su voz, pero siento en usted un acento cordobés. ¿Vive usted en Córdoba?
- Sí, las oficinas de la compañía se encuentran en Córdoba. El sistema me dice que no tiene ningún problema con la línea. ¿Hace cuánto no recibe mensajes su celular?
- Que linda ciudad, dicen que las mujeres de allí son las más lindas del país.
- ¿Hace cuánto no recibe mensajes su celular?
- Ah, disculpe, había olvidado su pregunta. Me compré el celular la semana pasada y no he recibido ninguno todavía. Tampoco llamadas, algo anda muy mal.
- Entiendo. Disculpe la obviedad de mi pregunta, pero ¿alguien le ha mandado mensajes o ha intentado llamarlo?
- Ese es el problema difícil Gabriela.
- ¿Disculpe?
- Claro, ese es el problema difícil. Me he comprado el celular, para que no me molesten mis amigos en los momentos que no quiero saber de ellos. Por decirlo de otra forma, he comprado este celular para hablar con mujeres únicamente.
- Señor, voy a pedirle que sea expeditivo en esto y que me explique de una vez por todas que problema tiene con su celular así veo si puedo o no ayudarlo.
- Mi celular anda bien, ¡perfecto! El que no anda bien es su dueño. Ninguna mujer me ha mandado un mensaje últimamente. Tampoco he podido darles mi número, es que ni siquiera hablo con ellas.
- ¿Y en qué puedo ayudarlo yo señor?
- Vea, es usted una señorita veinteañera, con un acento cordobés encantador, esa hermosa voz no puede estar contenida en un envase que no sea digno de ella. ¿Qué pensaría usted si yo le dijera que yo podría ser el hombre que usted siempre estuvo esperando?
- Pensaría que usted tiene graves problemas.
- ¿Espera usted que el hombre de sus sueños venga con un cartel indicador pegado en la frente? Permítame que le diga, señorita, que el mundo está como está por la falta de amor. El amor hace a las personas felices y en este mundo casi nadie está feliz. La gente espera el amor de sus vidas pero es incapaz de salir a buscarlo.
- ...
- Compréndame. Dígame usted cuanta gente linda ve por la calle, cuántas personas que podrían ser su alma gemela y usted ni siquiera saluda. No puede esperar casarse con la persona con la que trabaja, o con la que estudia, o con la que van al mismo bar. El mejor amor es el más inesperado quizás. Nadie debería darse el gusto de no entablar conversación con alguien.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Amigo.

“Tengo salud para estudiar y perseguir mujeres,

¿Qué más puedo pedir?”


Pancho dixit


Sos un grande Pancho, y cuando me dijiste que aprendiste eso en el camino al colegio, volví a escuchar el timbre de las 2:43 (ó 2:48 si especulamos para agarrar la Traffic salvadora).

La verdad que en esas cuadras aprendí tanto, con el frío helado de la mañana, o con el sofocante calor de las 3 de la tarde. Hablando de lo que sea, de la vida, de la muerte, de Dios, del ser humano, de la religión, de qué hacer antes de un parcial, de mujeres por supuesto. En esas cuadras conocimos al Che, comentamos las canciones de Silvio y hasta le tiramos un pedazo de pan al Manco.

martes, 22 de septiembre de 2009

Muere lentamente - Pablo Neruda

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

Pablo Neruda.