sábado, 16 de mayo de 2009

El aprendizaje no sacía la curiosidad.

Cuando uno es chico, nos dicen hasta el hartazgo que el mundo del saber es demasiado amplio, que nadie jamás llegó a conocerlo todo. Con esa idea crecemos y parece no importarnos demasiado. Lo que sabemos es una gota y lo que ignoramos el océano, nadie se atreverá a sacarnos esa afirmación de la cabeza.

Después uno crece y ya no nos gusta tanto esa idea. No hablemos de saber todo, limitémonos a lo que a uno le interesa. Ni siquiera las cosas que realmente nos apasionan podemos llegar a comprender en su totalidad. Toda persona con intereses diversos está condenada, en algún momento de su vida, a sentirse frustrada, presiente que tiene un bello jardín enfrente y sólo puede mirar y disfrutar algunos árboles. Siente que el tiempo no le alcanza para nada, que de ninguna forma va a poder saber tanto como le gustaría. A veces parece mentira, pero es una verdad irrefutable que cada cosa que aprendemos, nos deja con más hambre de saber. Un claro ejemplo de esto es leer un artículo en la famosa enciclopedia virtual “Wikipedia”. Empazamos a leer un artículo y este está lleno de links sobre cosas que nos llamarán mucho la atención. Debemos ignorarlos totalmente si queremos terminar de leer un artículo. Porque, a su vez, el nuevo texto que empezemos a leer, tendrá otra indecible cantidad de links. Por citar un ejemplo nomás, supongamos que un día queremos conocer más sobre la vida de Aristóteles. Simplemente lo tipeamos en wikipedia y tendremos la posibilidad de leer sobre el filósofo. Pero al empezar a leer el artículo, decidimos seguir el link que nos hará desembocar en el artículo sobre los filósofos griegos. Y así, siguiendo links, pasamos a leer sobre el pensamiento, el entendimiento, la inteligencia, la memoria, sobre los recuerdos, los genes y así podríamos pasarnos la vida. Y esa sensación, de dejar pasar las cosas, de ignorarlas, nos llevará a replantearnos muchas cosas.
Repito, no estoy hablando de llegar a conocer todo el océano, simplemente, de esa búsqueda, angustiante a veces, en llegar a conocer una gota más, sólo una.

En este dubitativo camino, en el momento en que nos empezamos a deprimir por no poder saber tanto como quisiéramos, nos damos cuenta que poder aprender cosas es algo hermoso, y que lo debemos disfrutar. Encontrar el goce en la adquisición de conocimientos es algo muy gratificante, y así, a paso lento pero seguro, tranquilos, ir aprendiendo cosas nuevas, dejarse fascinar por todas las cosas que uno antes ignoraba y que ahora se puede dar el gusto de disfrutar. Una persona con un nivel de curiosidad alto nunca se va a sentir satisfecho con lo que sabe y siempre va a tener un millón de cosas que le gustaría aprender. Pero esa cualidad, es una de las mejores virtudes que puede tener el ser humano.

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