sábado, 30 de mayo de 2009

Los libros muerden

Perdóname que te lo diga así de golpe, pero los libros sí muerden. Si alguna vez te hicieron creer lo contrario para que de una vez por todas le agarres el gusto a la lectura, te estaban mintiendo. Si cediste ante tantas explicaciones de la benevolencia de los libros y empezaste a leer, me darás la razón. Los libros muerden, y muerden fuerte y hacen doler. Pero no sólo muerden, también pegan, gritan, te miran con rencor, desafiantes, y te atacan. Ríos de lágrimas generan, y sus hojas se mojan, pero siguen tan desafiantes como antes, parece que nada los detiene. Son maravillosos los libros. La sensación de ser mordido por un libro es única e irremplazable.
Pero no te asustes, esos seres capaces de hacerte llorar con sus dientes, también son capaces hacerte cosquillas, de hacerte reír a carcajadas, de sacarte tímidas sonrisas, de hacerte sonrojar.
De ninguna forma los libros están muertos, ellos generan adentro nuestro una serie incontable de sensaciones, de emociones. ¿Quién no estalló a carcajadas alguna vez leyendo? ¿A quién no se le hizo un nudo en la garganta mientras leía? Los libros están llenos de vida, tienen un poder especial sobre el lector. Saber dejarse llevar por ese mundo de hojas, permitirle al libro entrar dentro tuyo, e interactuar con él en cada momento, saber sentir su textura, apreciar la blancura de sus páginas, y dejarse morder por sus letras, por su combinación de palabras, sentir una tilde como una puñalada por la espalda, saber en algún momento de la lectura, dejar de leer, cerrar los ojos, y permitirse degustar la perfecta combinación que se acaba de leer, eso es leer.

“No leas. Mira las figuras blancas que dibujas los intervalos que separan a las palabras de muchas líneas de los libros, e inspirate en ellas.”

lunes, 18 de mayo de 2009

"Alguna gente se muere, para volver a nacer"





"Será una pena que no exista Dios.
Pero habrá otros,
claro que habrá otros
dignos de recibirte,
Mario."

sábado, 16 de mayo de 2009

El aprendizaje no sacía la curiosidad.

Cuando uno es chico, nos dicen hasta el hartazgo que el mundo del saber es demasiado amplio, que nadie jamás llegó a conocerlo todo. Con esa idea crecemos y parece no importarnos demasiado. Lo que sabemos es una gota y lo que ignoramos el océano, nadie se atreverá a sacarnos esa afirmación de la cabeza.

Después uno crece y ya no nos gusta tanto esa idea. No hablemos de saber todo, limitémonos a lo que a uno le interesa. Ni siquiera las cosas que realmente nos apasionan podemos llegar a comprender en su totalidad. Toda persona con intereses diversos está condenada, en algún momento de su vida, a sentirse frustrada, presiente que tiene un bello jardín enfrente y sólo puede mirar y disfrutar algunos árboles. Siente que el tiempo no le alcanza para nada, que de ninguna forma va a poder saber tanto como le gustaría. A veces parece mentira, pero es una verdad irrefutable que cada cosa que aprendemos, nos deja con más hambre de saber. Un claro ejemplo de esto es leer un artículo en la famosa enciclopedia virtual “Wikipedia”. Empazamos a leer un artículo y este está lleno de links sobre cosas que nos llamarán mucho la atención. Debemos ignorarlos totalmente si queremos terminar de leer un artículo. Porque, a su vez, el nuevo texto que empezemos a leer, tendrá otra indecible cantidad de links. Por citar un ejemplo nomás, supongamos que un día queremos conocer más sobre la vida de Aristóteles. Simplemente lo tipeamos en wikipedia y tendremos la posibilidad de leer sobre el filósofo. Pero al empezar a leer el artículo, decidimos seguir el link que nos hará desembocar en el artículo sobre los filósofos griegos. Y así, siguiendo links, pasamos a leer sobre el pensamiento, el entendimiento, la inteligencia, la memoria, sobre los recuerdos, los genes y así podríamos pasarnos la vida. Y esa sensación, de dejar pasar las cosas, de ignorarlas, nos llevará a replantearnos muchas cosas.
Repito, no estoy hablando de llegar a conocer todo el océano, simplemente, de esa búsqueda, angustiante a veces, en llegar a conocer una gota más, sólo una.

En este dubitativo camino, en el momento en que nos empezamos a deprimir por no poder saber tanto como quisiéramos, nos damos cuenta que poder aprender cosas es algo hermoso, y que lo debemos disfrutar. Encontrar el goce en la adquisición de conocimientos es algo muy gratificante, y así, a paso lento pero seguro, tranquilos, ir aprendiendo cosas nuevas, dejarse fascinar por todas las cosas que uno antes ignoraba y que ahora se puede dar el gusto de disfrutar. Una persona con un nivel de curiosidad alto nunca se va a sentir satisfecho con lo que sabe y siempre va a tener un millón de cosas que le gustaría aprender. Pero esa cualidad, es una de las mejores virtudes que puede tener el ser humano.

martes, 12 de mayo de 2009

Textual.

Alguna vez alguien me dijo:
"¿A dónde se me fue la vida?
Porque yo no la viví."