lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta

Hijos:

En primer lugar quisiera decirles, o recordarles, lo mucho que los quiero. Ustedes saben que su padre no es quizás el mejor transmisor de sentimientos, que es torpe y muy frontal. Pero también saben que muchas veces una birome le facilita un poco las cosas, y por eso escribe tanto, porque escribe todo lo que le gustaría decir y que su lengua le impide porque se trabaría en todas las erres dejando al mensaje incompleto y desprolijo.

Quiero pedirles perdón por los muchos defectos que he tenido y que tengo. Pero sobre todo le quiero pedir perdón por las últimas peleas que hemos tenido, que tanto nos enfurecen a todos y marchitan nuestra relación. Sabemos lo nocivas que son las peleas, si hasta los enamorados terminan las relaciones cuando estas comienzan a sucederse demasiado. Pero nosotros no podemos alejarnos, ¿cómo lo haríamos si hemos vivido toda la vida juntos? ¿Cómo seríamos autosuficientes si siempre fuimos tan unidos y siempre nos necesitamos tanto mutuamente?

Pero existe algo que nos separa, que crea diferencias que no existen o que no deberían existir entre nosotros, que es mi edad. Les pido perdón hijos, pero estoy envejeciendo. Yo lo veo, lo siento en mí. Ya no soy el de unos años atrás, mi cuerpo cambió, y lo que más me duele es que mi mente también está cambiando. Quiero oponerme pero ya no sé cómo, y ni siquiera sé si puedo. ¿Qué puede hacer un hombre frente a un huracán que se le avecina? ¿Saltar la primera ola? Claro que sí -¿Quién no se arrancó la primera cana?- pero las siguientes nos embisten con tal rudeza que no hay salto que nos salve.

Ya no soy la persona que quise ser, cada vez me alejo más de eso y también me alejo más de ustedes, espíritus jóvenes, famélicos y vigorosos. Pero déjenme decirles que sus luchas de hoy fueron mis luchas de ayer, y es por eso quizás que en sus sueños veo mis frustraciones. La vejez me está volviendo cada vez más precavido y conservador.

Ay, hijos, se me ilumina la mirada imaginándonos por un momento a ustedes y a mí en plena juventud, disfrutando de sus placeres. Cómo me gustaría compartir con ustedes las aventuras y riesgos que desafían y no ser este viejo que se escandaliza cuando me cuentan de sus planes, y que no para de temer por su seguridad y su porvenir. Disfruten de su juventud tanto como puedan, hijos, porque ningún buen porvenir justifica una juventud de viejos.

Quizás ahora no entiendan nada, pero algún día lo entenderán. La vejez nos da experiencia, eso nadie lo puede dudar. Y le digo que algún día van a entender porque yo ya pasé por esto, por esto mismo, pero estando de su lado. Si pudiera desearles algo, les desearía juventud eterna. Pero como sé que ciertas cosas no se realizan por más deseadas que sean sé que de acá a unos años, cuando sus hijos le cuenten alguna de sus descabelladas ideas, se acordarán de esta carta y ese día quizás me entenderán un poquito más.

5 comentarios:

Dinsmoor dijo...

Es frustante ver cómo nos alejamos del ideal de adulto que creamos siendo más jovenes. Lo primero que deberíamos tener en claro es que no podemos controlarlo todo.
Como decía Lenon, la vida es lo que te sucede, mientras haces otros planes.
Saludos :)

Anónimo dijo...

Me da miedo saber que esa voy a ser yo dentro de muchos años (muuuchos, espero...)
Y te comento esto desde el lado que vivo, el de hija, que aunque comprende a su padre le molesta su reiteración de las preguntas :¿Adónde vas?¿Quiénes van?¿Cuándo volvés? etc etc. Pero justamente todo esto pasa porque yo no viví el mundo como él si lo hizo, y la única forma en que lo puedo hacer es que lentamente él me vaya soltando para que yo continue mi camino mirando para adelante pero sin nunca dejar de mirar atrás.
Igual no creo que me como el mundo eh, solo a veces nomás-
Te dejo una frase: "La experiencia es solo el nombre que le damos a nuestros errores" - Oscar Wilde.
Y me quedo con ésta: "Ningún buen porvenir justifica una juventud de viejos."
Un beso Nico! al fin volvés al blog!

Tavo dijo...

Excelente!!! Este texto solo justifica comprar el libro!

Creo que un ejercicio bueno para hacer es escribir hoy nuestros principales pensamientos e ideas ante la vida que no quisieramos cambiar nunca. Guardarlo y leerlo dentro de unos años

Pipi dijo...

Cuando lo leí me acorde de de la canción "Huracán" de Pedro Aznar, particularmente de una estrofa: "Amigo conserva tu mente
Viva y atenta al engaño
Que la hora justa y precisa
Sonará tarde o temprano
Que sepan tus hijos pequeños
Que es duro y largo este viaje
Que ni dolor madera o tiempo
Doblegan un corazón salvaje"

Saludos Nico! Pipi

Anónimo dijo...

Coincido en no ser la persona que me gustaría, sino la que puedo. El amor hacia los hijos es imperfecto porque el desprendimiento y las libertades se confunden...
Me gusta cómo escribís. Te invito al mio..
www.andreapistelli.blogspot.com