lunes, 16 de marzo de 2009

Emociones del fútbol

La relación entre el fútbol y la vida es inevitable. Uno juega al fútbol como vive. Esto se debe a la cantidad de pensamientos que se generan en el cerebro durante un partido de fútbol. Es la cancha el mejor lugar para pensar. Estando uno jugando, como espectador es el lugar para saltar y quedar afónico. La vida es pensada dentro de un partido de fútbol. Seguro estoy que Descartes pensó “El discurso del método” jugando a la pelota. De hecho, cuentan que Newton descubrió la relación entre fuerza, masa y aceleración después de tirarle un caño al defensor rival. No se sabe como terminó la jugada, pero cuentan que inmediatamente Newton se arrodilló y escribió en un pedazo sin césped al borde de la cancha: “f = m.a” para no olvidarse esa fórmula.
Lo que voy a hacer aquí es contarle los pensamientos que tiene un jugador de fútbol cualquiera, en una jugada cualquiera, en un partido cualquiera.

Me cayó del cielo, un despeje del defensor puso la pelota en mi botín izquierdo, estaba solo, así que preferí entretenerla un rato con el derecho hasta que mis compañeros se ubiquen en sus posiciones. Siempre es mejor, hacer las cosas acompañado, si me sale bien, ellos van a ser testigos, y si me sale mal, ellos me harán ver mi error. Con el derecho es mas fácil que con el izquierdo. Mi pie izquierdo responde erróneamente a las órdenes de mi cerebro. Mi pie zurdo y mi corazón tienen mucho en común, si le digo que la claven al ángulo la tiran a la tribuna. Le dije al cuore que no se enamore de aquella mujer pechugona, y no me hizo caso, tiró la pelota bien lejos, y de yapa, la colgó en la copa de un árbol. Pero ahora la tengo en la derecha. Miralo a Juan solo a la derecha, pero si le tiro la pelota lo va a anticipar el defensor, ese Pedro es siempre igual, parece que te deja solo pero te controla a 2 metros. En todo es así, puede pasar meses sin mandarte un mensaje o sin tener noticias tuyas, pero apenas sabe que vos estas deprimido, con problemas o algo, es el primero que está con vos. Es un tipazo la verdad, lo tendría que tener en mi equipo. Uh, Marcelo me viene a querer sacar la pelota, este se come todos los amagues. ¿Izquierda? ¿Derecha? ¿Izquierda? ¿Derecha? ¡Derecha!. Uh, casi me saca la pierna con esa patada, me corrí con lo justo. Voy a correr porque a veces hay que dejar de pensar y hacer lo primero que venga, si uno piensa demasiado todo se olvida de hacer las cosas que pensó porque perdió todo el tiempo pensando. Pedro viene decidido a sacarme la pelota, pero viene tan rápido que se olvido de cerrar las piernas, ¡que caño que se comió!. No fue de forro, andaba medio deprimido y necesitaba levantarme el ánimo con algo. A los amigos se le puede hacer ese tipo de jodas, al fin y al cabo, es sólo un partido de fútbol. Pero me siento como cuando me recibí del colegio, una felicidad, ojo, no por maldad hacia Pedro, pero el caño estuvo bueno. Hacer un caño como este es lo más parecido al amor que conozco. Te sentís en las nubes, nada puede empeorar ese momento, dura un segundo, bueno, pero dura, y por eso vale. Ver como la pelota pasa por entre las piernas del rival, es como cuando ves a la persona que amas por primera vez en el día. Como se desplaza, perfecta al andar entre el pequeño abismo que separan las piernas del defensor, donde parece que no entra un alfiler, pero a veces pasa la pelota entera. A José lo paso sin problemas. Tiro la pelota para delante que no me va a alcanzar nunca. Ahora me encuentro a 7 metros del área, solo con el arquero. Esto es un momento de vida o muerte, ya mis amigos quedaron atrás, no pudieron seguirme en la corrida, y sólo se limitan a mirarme desde sus posiciones, la ansiedad no les permite correr en mi auxilio. Esto deja de ser un partido entre dos equipos. Ahora es un duelo entre el arquero y yo. Esto se parece al amor también. Jamás pensé que se amaba tanto en un partido de fútbol. Tengo el futuro en mi pie, manejo el balón. Esto puede ser muy bueno o muy malo. Los términos medios no existen. Por un momento quisiera no haber tenido que llegar a esto, haber dado un pase antes para no enfrentarme con la realidad de esta forma. Sólo y con tantas cosas en juego. Los nervios se apoderan de mí. Me adelanto casi por inercia. Tiendo a irme hacia el medio de la cancha, se supone que de ahí tengo menos posibilidades de tirarla afuera. Pero las seguridades son nulas. Todo depende de mí, y del arquero. Es así, cuando uno se enamora, todo lo demás queda de lado, si el arco es grande o chico, da lo mismo. Las posibilidades de acertar son tan inciertas que ni siquiera vale la pena intentar calcularlas. Uno trata de perfilarse bien, pero una vez que se impacta la pelota nada puede uno hacer. Y ahí me encontraba yo, con el arquero saliendo desesperado a mi encuentro, con las manos abiertas, tapándome casi todo el arco. Trate de mantenerme sereno, me abrí bruscamente hacia la derecha, y vi un hueco sobre el lado izquierdo del arco, apunté y pateé. Sentí alivio al principio porque ya había hecho todo lo que podía hacer. Pero los nervios se apoderaron de mí. Quería saber que tan acertado o equivocado había estado. Y así la vi desprenderse de mi pie, más hermosa que nunca, girando sobre si misma, picando cada tanto en el césped. El arquero se tiro y apenas rozó la pelota, si bien le cambió un poco la dirección, la pelota tiene destino de red. El arco ya no estaba tan lejos, se acercaba constantemente. Y yo me veía, disfrutando de ella, de la persona que tanto amaba, caminando con ella por la calle, sentados frente al mar, charlando por horas. Cada vez que picaba la pelota, era un latido de mi corazón. Pero pegó en el palo y la perdí para siempre. La vi alejarse irremediablemente por la línea de fondo. Me dijeron que fue corner, que no todo estaba perdido. Pero ya no me importaba. O al menos, hasta no volver a tener contacto con ella, y sentirme invadido de nuevo por las mismas emociones.

2 comentarios:

Bocha dijo...

Hola que tal

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Bocha dijo...

Che no me deja agregarte. (¿?)

que paso?