domingo, 24 de julio de 2016

Pesca

“¡Es la pesca muchacho!”.- Le respondió al nene que con tímida voz le preguntó si no se aburría de pescar. Notó la perplejidad en la cara del muchacho, lo miró fijo con los ojos curtidos por el sol y celestes de tanto mirar el mar, y le siguió hablando con una voz que al niño le sonaba a leyenda: La pesca es la mañana entera, el frío, el olor a pasto que está secando el rocío, el sonido calmo del rio y la algarabía  de los pájaros, el mate que nos calienta las manos y el alma, el viento que te acaricia la cara y te da frio pero no importa porque entonces aparece el mate que te salva y sentís tanto amor por el mate, por el viento, y a la pesca… cómo no la vas a querer, si es todo eso.


Te digo más, pibe: La pesca sos vos. Sos vos siendo viento y siendo sol. Ahí es cuando conocerás tus fríos y tus calores, tus luces y tus sombras. Por eso no es aburrido pescar, porque es un viaje al interior de tus sentimientos, de tus emociones, y entre tanta cosa onírica y tanta plenitud, de repente se te mueve la caña, y vos estás con los recuerdos de tu infancia en una mano y en la otra los sueños de tu vida y no sabés qué tenés que hacer con la caña que se mueve. Imaginate ese segundo. Ese segundo vale una vida, nene, y mucha gente no se detiene a pescarlo.  

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