martes, 1 de septiembre de 2009

El reloj.

El reloj hace alusión al tiempo, y esto nos hace pensar en la gente que vive prisionera del tiempo, de los que viven ansiosos, a las personas que no saben aprovechar el tiempo y que por el contrario sobrecargan su vida de cosas, y este nunca les alcanza. Horas podríamos hablar de todos estos temas, pero otra cuestión es la que ocupa mi atención.


Enfoquémonos en los relojes, ¿Quién es capaz de poner en duda la dignidad de un reloj? Tan frágil que parece, de dimensiones tan pequeñas, esconde en sus adentros, la mayor fidelidad que un ser puede tener. Basta con darle una ayuda, y cada tanto ponerle una pila nueva, y el se encargará de contarnos todos los segundos que nos toquen transitar. Será un compañero que estará con nosotros en las buenas y en las malas. Cuando más lo necesitemos estará disponible, con el dato certero de cuántos minutos de nuestro día han pasado. ¿Aún duda de los relojes? Haga la prueba, póngase un día usted en papel de un reloj y cuente todos los segundos del día. Sólo ahí verá la difícil labor que mantienen los relojes todos los días. Incluso cuando nosotros, faltándole el respeto no le prestamos atención, o incluso lo olvidamos dentro de algún coqueto estuche. Pero es ahí donde el reloj más puede lucir su dignidad. Por más que nosotros estemos bañándonos, viendo una película, manteniendo relaciones sexuales con nuestra persona amada, y hasta incluso cuando dormimos, el reloj está haciendo su trabajo. Dándonos a cada segundo la hora exacta. Sabe que a nosotros no nos importa, sabe que estamos preocupados en otra cosa, pero el sabe cuál es su trabajo, y créame que saben hacer su trabajo como nadie. Con lo fácil y lo tentadoras que son las distracciones, cerrar los ojos por unos instantes, pensar en nuestras vacaciones (que a ellos obviamente no les damos), abrirle la tranquera a los pensamientos y poner nuestra cabeza en Marte. Todo eso lo tienen prohibido, no por nosotros, ellos mismos se lo prohíben.


Todo esto es entendible, no es lo más común, pero es al menos esperable. Pero hay algo, que sólo en ellos se encuentra. Cuando su pila se acaba y no se la cambiamos, ahí queda evidenciado nuestro abandono. Cuando es seguro ya que nosotros dejamos de prestarle atención, ellos en el acto más digno que jamás haya visto el hombre, con una fuerza que jamás sabremos de dónde proviene, con los ojos llorosos producto del tremendo esfuerzo que están haciendo, nos dan dos veces al día la hora exacta. Saben que no los estamos mirando, pero no les importa. Sin duda, seres dignísimos.


Yo por mi parte, les presento al mío.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿escribiste todo esto para decir que contás los minutos para verme?
Jajaja,

La minita siempre sacando conclusiones que solo a ella le sirven ajjaja

Jorgue Daniel dijo...

El reloj mas que un amigo es un enemigo que se esfuerza por hacernos mierda! Ese maldito invento del hombre que no hace mas que marcarnos límites absurdos. Tiremos todos los relojes a la mísmisima mierda y aprendamos de una vez que el día no está hecho de horas. El día está hecho de momentos y el reloj no tiene el sustento y el derecho suficiente para cohibir y perturbar a ese momento.

La Gloriosa... dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
La Gloriosa... dijo...

Yo hace mucho que no llevo puesto un reloj, quizás es un reflejo o una señal de lo que yo debería hacer con el mismo. Mientras menos lo tenga en cuenta, mejor, aunque considero que es algo realmente imposible.

Un saludo!

nicovi dijo...

Cursi: No, la verdad que no! jajaja

Jorgue: El reloj es algo poético en algunos aspectos. Me sorprende que digas esto vos, que tenés un reloj más grande que tu cabeza y que no te lo sacás nunca, jaja.

La gloriosa: Yo hace 5 años que no uso reloj. sólo me lo pongo para ir a rendir.
Pero no pasa por tener o no reloj... porque todo nos dice la hora, el celular, el monitor de la compu, etc etc. Hay que saber aprovecharlo.

Unknown dijo...

Tal vez sea desubicado mi comentario, y manche tu hermoso post, pero quería comentar que odio la impuntualidad, y con el tiempo desarrollé una extraña patología que es llegar 45 minutos antes a cualquier evento, cita o acontecimiento, salgo una hora antes de mi casa y me late el ojo derecho frenéticamente hasta que por fin llego al lugar.

besos Nicoo

nicovi dijo...

Jimena: yo también me pongo bastante nervioso cuando estoy llegando tarde, pero trato de llegar unos minutos antes, no 45, jaja...

Saludos

Nico.

Unknown dijo...

BUENO, EXAGERÉ UN POQUITO JAJA